21 septiembre 2009

El sueño que cruza la frontera



 
Entre los desechos encontramos una tarjeta de “Shrek”, envuelta en unos pantalones de hombre, sucios y rasgados. La inocencia  que aún llevo y la "música  de la cajita" que tenía de pequeña en las orejas congeló el tiempo. Un niño o una niña pasó por aquí, en vez de haber estado en el "kinder", ensuciándose el uniforme con temperas,  con las uñas llenas de plastilina y cargando una lonchera con una galleta y un jugo de naranja adentro, estuvo aquí donde nunca debió estar. 


Eran mas o  menos las 11 de la mañana y el sol en Arizona ya  picaba en la piel y los ojos. En agosto, el verano en Estados Unidos conjugado con el calentamiento global y con el seco clima de Arizona hacen que uno se sienta como pavo en el horno, un horno con acabado de cielo sin nubes. Nos dirigíamos al Desierto de Sonora a recolectar basura y a entender de una manera muy inexacta lo que viven los migrantes tratando de alcanzar sueño que los hace cruzar la frontera.

Los peligros del desierto acechan por todos lados.  Humane Borders, organización que se dedica a dar asistencia humanitaria suministrando agua para los migrantes y recolectando basura en el desierto. Su objetivo principal es erradicar las muertes de la ecuación de la migración. Trabajan bajo el versículo bíblico que versa “No pasarán hambre ni sed, no los herirá el calor abrasador ni el sol, porque el que tiene compasión de ellos los guiará, y a manantiales de aguas los conducirá.” (Isaías 49:10).

Nos llevaron a un grupo de estudiantes líderes provenientes de Centroamérica y República Dominicana a vivir esa experiencia. Pero nunca va a ser lo mismo. Nosotros tenemos botellas de agua (cuantas necesitemos), no llevamos nuestras pertenencias, no estamos dejando a nadie atrás, ni traemos a los nuestros, ni somos migrantes sin documentos, ni vivimos sus vidas. En resumen, no somos ellos, no podemos ni siquiera empezar a  emprender la peligrosa aventura de imaginar qué se siente estar en sus pieles.  


 

¿Cuánta hambre se necesita  para cruzar la frontera en estas condiciones? ¿Cuánta exclusión se tiene que sufrir? ¿Cuánto miedo hay que sentir? ¿Cuántas amenazas necesita una familia para mandar a sus hijos para que puedan salir de un barrio que cobra lo que es suyo  y los deja sin siquiera la dignidad? No lo sabremos.

Cada paso en el desierto se hace más pesado con el sol en los hombros. Hay que ser cuidadosos con lo que majamos, los peligros en el desierto vienen en todas formas y tamaños, puede ser en forma de algún pequeño animal que a simple vista parece inofensivo:  serpientes y reptiles.  El calor seco empieza a cocinar la piel. Agua. El cuerpo sólo pide agua. La bandera azul les avisa a los migrantes que ahí hay posiblemente un poco más de vida (agua) para seguir el largo camino. Pasar el desierto a algunos les puede tomar 4 días o otros un poco más, y otros mueren con el sueño en la mochila.

Para alivianar la carga van dejando pertenencias en el camino: ropa, juguetes, botellas, latas de comida vacías,  sueños, vidas, gente, recuerdos. La basura cuenta historias y describe esbozos de una persona con  frío de pobre  en un calor fulminante de un mundo excluyente, de un mundo frío que les cocina la piel por poder pasar la frontera, por poder sobrevivir. Ni siquiera imaginamos todo lo que decimos de nosotros con nuestros desechos. Los que toman esta decisión solo tienen un adjetivo posible bajo el cual ser llamados: sobrevivientes.

La exclusión y una  distribución de la riqueza absurda en el mundo hacen que personas con pocas posibilidades tengan que salir a caminar por el desierto en busca, ni siquiera de una vida mejor, en busca de  posibilidades, al menos con esa ilusión salen. Dejan sus casas en busca de tener pan en la mesa y ofrecerle algo más a sus hijos, hijas y familias.

El hambre duele, el mundo  hiere y cierra los portillos para muchos, quienes en su terquedad de salir avante luchan hasta con las fronteras, con el sistema para "lograrlo", para contar la historia que cuando eran muy pobres tuvieron que dormir con fríos de desierto y cocinarse como pavos y seguir viviendo como pobres..  El hambre acecha, el planeta sigue dando vueltas y algunos sólo tratan de seguir, aunque sea dejando su país, su casa, su historia, así empezar otra vez la vida y nosotros aquí que ni cuenta nos damos.